Homilía en la fiesta del Arcángel Miguel
Archimandrita John (Krestiankin)
El Santo Arcángel Miguel, con tu espada veloz, aleja de nosotros el espíritu maligno que nos tienta.
¡Oh gran Arcángel de Dios Miguel, vencedor de los demonios! Conquista y derriba a todos nuestros enemigos visibles e invisibles, y reza al Señor Todo Soberano para que nos salve y nos proteja de las penas y todas las enfermedades, de las plagas que causan la muerte y de la muerte súbita, ahora y para siempre, y para las edades de siglos. Amén
¡En el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo!
La Iglesia ha dedicado este día, mis queridos, al Arcángel Miguel, el líder de los Poderes Celestiales, y lo representa en los íconos con una apariencia amenazante y guerrera. En su cabeza hay un casco, en su mano hay una espada o lanza. Debajo de sus pies está el dragón que ha pisoteado. ¿Con quién y contra quién lucha este valiente líder? Sabemos, mis amigos, que todo el mundo angelical, creado incluso antes que el hombre y todo el mundo visible, recibió en el momento de la creación una gran perfección y dones de gracia. Y grande y glorioso era su propósito. En medio de este mundo angelical, uno de los ángeles gobernantes, Lucifer, descubrió la fuente del mal y el orgullo en sí mismo y se rebeló contra su Creador. Los ángeles, como las personas, fueron creados con libre albedrío. Y al principio pudieron abusar de esta libertad y caer en pecado, lo que Lucifer hizo. Deseaba ser independiente de Dios. El mundo espiritual fue sacudido, y una parte de los ángeles lo siguieron. En ese momento, en medio de esa misma asamblea angelical, apareció un luchador para la gloria de Dios y demostró que él conoce a Dios, y lo reconoce solo como el único Dios, Creador y Gobernante de todo el universo. "¡No hay nadie como Dios!", Proclamó valiente y decisivamente, dando testimonio de la grandeza de Dios. Mediante este acto manifestó sus cualidades personales: fe firme, audacia y decisión de acción, y la capacidad no solo de creer sino también de dar testimonio de Dios, irradiando y difundiendo la Luz divina que había recibido en todo el mundo. La lucha fue dura, porque Lucifer fue dotado de una gran sofisticación. Pero los poderes del bien vencieron a los poderes del mal ... Lucifer fue expulsado del cielo junto con sus seguidores. Entonces el Arcángel Miguel fue confirmado como el líder de todo el mundo angelical fiel a Dios. Desde ese momento, el Arcángel Miguel siempre ha tenido una espada en la mano, porque Satanás, arrojado del cielo, nunca deja de hacer la guerra contra los habitantes del cielo. La habilidad de los ángeles caídos para penetrar en los reinos superiores de los cimientos del mundo se ha separado de ellos. Es por eso que dirigen toda su malicia hacia las personas, y ante todo hacia aquellos que creen en Dios.
¿Podría la espada del Arcángel Miguel permanecer inactiva en tales circunstancias? ¡Por supuesto no! El Arcángel no deja de luchar con los espíritus del mal y la oscuridad, protegiendo a los verdaderos hijos de Dios de sus astutas maquinaciones. Y esta lucha se intensificará antes del fin del mundo. A estas alturas, todos deberíamos entender por qué el Arcángel Miguel está representado con una apariencia tan militante. Él es el defensor de la Iglesia de Dios. Y su apariencia debería llevar a los enemigos de Dios a temer. Pero debemos alegrarnos de tener un defensor tan valiente: el líder de los Poderes celestiales bajo el cielo. Debemos recordar que su espada protectora siempre estará de nuestro lado, si no nos aliamos con el mismo enemigo contra el cual el Arcángel Miguel lucha. Con el paso del tiempo, los ángeles que se mantuvieron fieles a su Creador y que comprenden los regimientos del Arcángel Miguel se han confirmado tan firmemente en la bondad que el pecado se ha vuelto imposible para ellos. No porque ellos, teniendo libre albedrío, no puedan ir en contra de la voluntad de Dios, sino simplemente porque nunca querrán hacer eso, nunca querrán pecar. Mis amigos, presten atención a estas palabras. ¡Nunca querrán pecar! Qué instructivo es esto para nosotros. No querer pecar significa recibir la posibilidad de acercarse a Dios y verlo como lo ven los ángeles. Servirle a Él y solo a Él, cumpliendo Sus mandamientos.
Synaxis of Archangel Michael and all the Bodiless Powers of Heaven. Novgorod School.
¡Mis amigos! ¿Las personas reflejan esta luz que reciben de Dios? ¿Son los humanos capaces de esto? Las personas de vida irreprochable y amor ardiente por Dios brillan con esta luz divina de una manera que las personas a su alrededor pueden ver en ciertos momentos de sus vidas. Encontramos muchos ejemplos de esto cuando leemos las Vidas de los Santos. Los textos de los servicios divinos nos hablan de estas personas: "Habiendo vivido como un ángel en la tierra ..." o "Tu vida era igual a la de los ángeles". Te nombraré, por ejemplo, dos de nuestras personas que vivieron muy cerca de nosotros a tiempo Estos son los conocidos San Serafines de Sarov y el menos conocido Santo Jerarca Melecio. Ambos tenían un amor ardiente por Dios en sus corazones. Recuerde también la historia de los Hechos de los Apóstoles. Cuando el archidiácono Esteban fue condenado a muerte, dijo que vio los cielos abiertos y la gloria de Dios, y todos los que estaban sentados en el Sanedrín vieron su rostro como si fuera el de un ángel. Esto atestigua la posibilidad y la accesibilidad para nosotros de llegar a ser como los ángeles mientras todavía estamos en esta vida terrenal, si tan solo de nuestra parte tuviéramos el esfuerzo por lograrlo.
Los santos ángeles no solo sirven a Dios al alabarlo. También se esfuerzan por emularlo de hecho. El mundo angelical está comprendido por el verdadero espíritu de la razón, la participación real en la historia humana. Como está escrito en el Santo Evangelio, el Hijo de Dios vino a la tierra para servir a las personas y salvarlas. Y los ángeles son enviados a la tierra con el mismo objetivo: el servicio a las personas. Los primeros cristianos conocieron la intercesión de los honorables poderes sin cuerpo por ellos a través de la revelación y la experiencia. Para que también podamos sentir realmente la existencia de los ángeles y su presencia constante, purifiquemos nuestros corazones y almas de los pensamientos, deseos y hechos especialmente pecaminosos. Permanezca constantemente en guardia sobre sus almas, cuide su pureza, y verá a los ángeles, y con su ayuda, se acercarán a Dios y lo verán, porque se ha dicho que los puros de corazón verán a Dios (cf. Matt. 5: 8). Limpia tu corazón y serás digno de alegría exaltada, como una vez lo hizo nuestro antepasado Abraham, quien recibió ángeles bajo su dosel. Intenta evitar la conversación con los pecadores y no cometas actos pecaminosos, y luego, como el justo Lot, un ángel te sacará de los destructivos alrededores de la vanidad mundana. Sé manso, humilde y conquista el mal con el bien. Y luego, como una vez que lo hicieron con Jacob, los ejércitos de los ángeles se encontrarán con usted en su camino hacia Dios (véase Génesis 32: 1).
Dejen en claro a ustedes mismos, mis amigos, cuán importante es para nosotros vigilar atentamente nuestro comportamiento, para no separarnos de nuestros fieles ayudantes, los ángeles.
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